Había un lobito feroz
campeando en la oficina
y con sus manos tocando
a las secretarias finas
y su voz ronca diciendo
que buena estas, mi china...
No importa que fueran jóvenes
o una adulta señora
por bajarle los calzones
el hace como el que llora
para obtener sus favores
el llora y hasta le implora.
Don lobito le decían
algunas damas asustadas
si en tu casa a ti te espera
tu señora enamorada...
Yo tengo para dar y regalar
con mi fuerza y mi arrebato
mi pasión te voy a dar
que tengo para un buen rato...
Con el rabo entre las piernas
el lobito se ha quedado
que no hay moza tan tierna
que por el haya claudicado...
Al llegar con su parienta
le quiere dar un revolcón
y la parienta lo deja
durmiendo en el sillón...
Así le pasa a esos lobos
que queriendo comer todo,
no se come ni un rosco
no chingan de ningún modo...
Ángel Reyes Burgos
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