Monólogo escrito “Las madres”


Todas las madres del mundo hacen y dicen exactamente las mismas cosas. Yo creo que les dan un cursillo secreto en el que aprenden esos comportamientos que llamamos “cosas de madre”. Quién no ha escuchado alguna vez el clásico “Tú hazle caso a tu madre, que tu madre sabe mucho de esto…” ¿De dónde creen que ha podido sacar una madre una frase así? Pues del cursillo.

Lo primero que les enseñan en el curso es a repetir mucho las cosas. Por eso, cuando eres bebé hablan contigo como un disco rayado:

¿Cómo estás? ¿cómo estás? ¿cómo estás?

Seguro que si el bebé pudiera hablar, les diría:

Hasta el gorro, hasta el gorro, hasta el gorro…

En el cursillo también les dan clase de lenguaje, y aprenden a incluir en todas sus frases el “mi” y el “me”. Un ejemplo: “mi niño no me come”, “mi niño no me duerme”. Son tan posesivas que en la agenda, ponen todos los teléfonos de sus hijos en la letra M: “mi Paco”,”mi Alberto”,”mi Jose”.

Gracias a estos cursillos, las madres son capaces de hablar de dos temas la vez:

Hay que reconocer que en estos cursillos son bastante profesionales. Y es que incluyen hasta nociones de policía. Las madres se transforman en auténticos sabueso: “tú has fumado”. O “tú has bebido”. O “esos calcetines llevan tres días sin cambiarse”. Creo que en los aeropuertos, los agentes, en vez de con perros, deberían ir con su madre. Lo que no les enseñan en el curso a las madres, es que sus hijos crecen.

Ya vives solo, vas a verla cada quince días…pero eso no les impide seguir cebándote: te pone en la mesa la comida de dos semanas, y se sienta al lado y empieza:

¿qué pasa, no está bueno? Venga, termínate las albóndigas, el bacalao, los pimientos rellenos y el cochinillo…y come pan. ¿Te pelo una naranja? Para leerlo entero pulse aquí.