Un pene llamado Armando
que armado quería estar
a todas las mozas asustando
perseguía sin cesar.
Detrás de Torcuata fue
Torcuata se dio a la fuga
no quería perecer
con tamaña criatura.
Armando siguió corriendo
con una piedra tropieza
y con la punta pegando
va y se rompe la cabeza.
Torcuata para de golpe
riendo como una hiena
pega un salto y la sorprende
y se agarra a su melena.
Ríete ahora Torcuata
que entre tus muslos pudiendo
voy a hacer sonar mi flauta
hasta que acabe el invierno.
Así es el Dino pene
de esos hombres seudo-machos
que teniendo en su casa las mieles
se tiran a los mamarrachos.
Ángel Reyes Burgos
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