En una casa muy acomodada, vivía un estupendo matrimonio y su humilde
(pero bellísima) sirvienta campesina.
Un fin de semana, la señora de la casa tuvo que salir (en viajes de negocios)
quedando solos, el dueño de casa y la escultural sirvienta.
Como era de esperarse (¡por supuesto!), el patrón se dedicó a seducir a su sirvienta, quién sin mayores problemas, le propinó una de esas noches de sexo... absolutamente desenfrenadas.
Al amanecer, el patrón, tan impactado como feliz (por la noche que pasó con su sirvienta), le dijo:
María, me has dado una noche espectacular... de las que hace mucho tiempo no tenía!, así es que por favor, pídeme lo que quieras, de verdad, lo que tú quieras te lo doy ... dinero, joyas, no lo sé.... ¡lo que sea!
La mujer, sin siquiera pensarlo mucho le responde:
-Patrón... usted sabe que yo soy campesina. ¿Para qué querría yo dinero o joyas?
La verdad patrón yo solo quiero una flor!
-¿Sólo una flor? pero, por favor! de verdad es que tú eres... la mujer más bella del mundo, me regalas una noche apasionada de amor, LA MEJOR que he vivido en muchos años y a cambio ¿Sólo me pides una flor? Eres demasiado increíble! Dime..., ¿Qué tipo de flor te gusta?
A lo que la sirvienta responde:
-Una flor explorer... ¡Como la que tiene la patrona!
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