En la época medieval iban por un camino dos caballeros y una
lesbiana cuando de lo alto de la torre de un castillo sale una mujer a la
ventana y grita:
- ¡Sexoooooooooooooo, yo quiero sexoooooooo!
Los caballeros se mirán y sin ni siquiera dirigirse a su
compañera de viaje se lo disputan a cara o cruz, el que resulta ganador de un
salto entra en el castillo y no sale hasta la mañana siguiente.
- ¿Qué tal?- le pregunta el otro según salió
- Uffff- dice nuestro héroe- imagínate que me dio una tiza y
por cada polvo tenía que hacer una raya en la pared.
- ¿Y a cuántas llegaste?- preguntó el otro con sorna.
- ¡Veinte amigo, veinte rayas?
El que había quedado fuera envidioso dice
- Pues marchémonos que ya hemos perdido doce horas.
- ¡Que va amigo..... yo no puedo, descansemos y al atardecer
nos marchamos.
Después de pensarlo un rato el amigo decidió darle esa
oportunidad, siempre sin consultar ni tener en cuenta a su compañera de viaje.
Cuando llegó la tarde la ventana volvió abrirse y la mujer a
salir:
- ¡Sexoooooooooooooo, yo quiero sexoooooooo!
- Ah... amigo, ahora si que no nos vamos, hoy me toca a mi.
Así dijo el que había quedado la noche antes fuera y sin
esperar respuesta se adentró corriendo en el castillo. Cómo su compañero pasó
la noche dentro y un rato después del amanecer regresó, se tumbó en la hierba a
un lado del camino mientras decía.
- ¡Hay amigo mío, esto ha sido muy grande!
- ¿Qué, cuántas rayas? Porque imagino que a ti también te
dio la tiza.
- Pues me creas o no te diré que treinta rayas amigo mío.
- ¿Treinta?- dijo el otro con incredulidad.
- Pues treinta y ya sabes amigo, necesito un descanso hasta
el anochecer.
- Bueno..., bueno.., tu me lo diste a mi y yo no te lo
negaré.
Pasaron el día descansando, comiendo, jugando a los dados y
poco después del atardecer comenzaron a recoger sus pertenencias cuando
escuchan la ventana de nuevo y la mujer.
- ¡Sexoooooooooooooo, yo quiero sexoooooooo!
El caballero del primer día dijo:
- ¡De eso nada amiga, conmigo no cuentes!
Y el amigo añade
- Pues yo que te voy a decir.
En eso la lesbiana que había permanecido todo el tiempo en
último plano se planta y dice.
- Pues me voy yo, si queréis me esperáis y si no os
marcháis, ya os alcanzaré.
La mujer entra corriendo en el castillo mientras los
caballeros muertos de risa se sientan en el suelo y uno dice al otro.
-¿Que va amigo! yo de aquí no me muevo hasta que esta tonta
no vuelva como el perro del hortelano.
Y el amigo como muestra de su apoyo (¿o de cansancio?) se
tumbó a su lado en el suelo. Pero la noche transcurrió como las anteriores y
poco después del amanecer sintieron que la ventana se abría, de un salto se
ponen en pie y cuál no fue su sorpresa al ver que la que estaba en la ventana
era la lesbiana y gritaba:
- ¡Tizaaaaaaaaaaa, yo quiero tizaaaaaaa!
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