Después que mi madre salio volando por la ventana hinchada
por el atracón de judías, mi padre quiso seguirla suicidándose con otro atracón de judías y me quedé solo, yo quería ser biólogo y genetista para mejorar el huerto de mi padre y como no sabia escribir a mis dieciocho años, un amigo mandó una solicitud de ingreso en la universidad de Jarva en E.U. (no he puesto la h por que es muda y la j me suena mejor.
No me admitieron por que no pasaría el examen y me dirigí a
mi amigo el más porrero, no se confundan con el mamporrero, que ese es mi tío Venancio que se la toca a los caballos despacio para hacer crecer su cosita que la metan en la cosita de la yegua para tener hijitos o hijitas, este se dedica a vender porros en Lepe delante de la residencia de ancianos que es la mas feliz de España.
Es el mas chorizo del pueblo pero está estudiado y conoce a
toda la gente y me habló de un aparato como los que utilizaba la película de
Matrix que te lo enchufas a la cabeza y en treinta segundo sabes leer y
escribir y en un minuto te haces medico, genetista, biólogo y lo que quieras,
por la tarde era un experto en ciencias y monte mi primer laboratorio. El
microscopio electrónico como no tenía dinero para comprarlo, el porrero robó
todas las gafas de culo de botella de la residencia de anciano, las metí en un
tubo y le enchufé una batería de coches y conseguí por primera vez ver el
interior de las judías.
Me hice un centrifugador para las mezclas que funcionaba sin
electricidad, ataba una taza a la correa del cuello de mi gato y detrás le ponía
un Chihuahua y con una grabación a todo volumen del ladrido de un gran danés,
el gato corría a la velocidad del rayo centrifugando en un minuto.
Le inyecté a las judías el gen del veneno de las abejas
asesinas africanas y el cromosoma A, que es el que hace que salgan las alas y
esperé los resultados.
Unos días antes de su madurez, ya se veían las incipientes
alas en las judías y supe que había tenido éxito.
La judía reina, convocó a todas las demás a una asamblea y
les conminó a terminar de una vez con las fresas que tanto perjudicaba la venta
de su especie y tras un hurra, todas a la vez gritaron, acabemos con las fresas
y desplegando sus alas volaron a las plantaciones inyectando su mortal veneno…
Por la mañana en las noticias leí que algo insólito había
pasado en las plantaciones de fresas, los campos parecían regados de mermelada
roja y ninguna fresa había sobrevivido, me fui a ver el espectáculo y por un
lado me exaltaba la matanza y por otro me quedé triste de tantas victimas entre
mis judías, pero la misión estaba felizmente concluida y mi madre que seguía
agarrada a la antena de la estación espacial, se sentiría satisfecha de mi
venganza…
Ángel Reyes Burgos
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