Tres chistes muy buenos de presos.

Un condenado a muerte está pasando su última noche en capilla. 
Recibe la visita del alcaide, quien se pone a dialogar amablemente con él.
Bueno, ya sabes que a los condenados a muerte se les concede un último deseo. 
¿Quieres alcohol?  No, gracias. 
¿Cigarrillos quizá?. Tampoco. 
Bueno, di qué es lo que deseas. 
Me gustaría aprender el chino por correspondencia.
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Un gallego es condenado a muerte, y le dan a elegir que tipo de condena prefiere.
Quisiera morir de sida
Muy bien, concedido
Entonces un médico llega a su celda y le inyecta el virus del VIH, 
mientras el gallego empieza a reírse a carcajadas.

Cómo puede reírse, si le estamos inyectando el virus del sida?
De lo tontos que son,
¿Qué?, Explíquese.
Jajajaja, es que tengo un condón puesto.