La familia y los pollazos ..humor


Confieso que con mi sueldo solo me puedo comprar un pollo al año...en Navidad por que no me llega para un pavo y tampoco tenemos una mesa lo suficientemente grande para ponerlo encima...

En casa somos los abuelos, mi mujer y tres carpantas con mas hambre siempre que el perro del afilador.
El apartamento tiene veintiséis metros cuadrado y en el salón comedor duermen los abuelos y los niños, en nuestro dormitorio está también la cocina empotrada en el armario y toda la ropa debajo de nuestro colchón por que así nos evitamos plancharla...

Los abuelos los niños y yo, procuramos no engordar para tener mas sitio para todos y andamos de frente para que nos vean por que de canto pasamos desapercibidos, pero no se por que razón, mi estupenda señora está mas que estupenda tirando a mesa de camilla si come delante nuestro lo mismo, tres días a la semana, me parece que ella hace trampas...

El día de Navidad, rompemos la hucha para compararnos un pollo, pero no uno cualquiera, todo un señor pollazo criado en el cortijo cuarto, que es el que está después del tercero tirando por la vereda del cañaveral a la derecha, para quien no conoce el sitio pueden verlo en google satélite, aunque el pollo ya está en casa.

Que pinta tiene el pollo en la mesa, todos estamos babeando mientras mi mujer empieza una oración para dar las gracias y cuando empieza a decir, señor te...todos decimos amen para que termine pronto...

A los niños y los abuelos le repartimos la pechuga que pueden masticarla mejor y mi mujer y yo un muslo y un ala cada uno...Yo me la hago de fino y cojo el cuchillo y el tenedor y al partir la pata que la dejó mi mujer con uñas y todo por que dice que es rica en calcio, se me resbala el cubierto y fue derecha a clavarse en la frente de mi abuelo...yo no podía parar de reírme de ver la pata del pollo clavada en su frente pero el ni se inmutó, se la desclavó y empezó a chuparla porque sin dientes no puede hacer otra cosa.

El abuelo no tocó la pechuga por que decía que no le gustaba con su sangre y mi abuela intentó convencerlo de que era salsa de arándanos pero no hubo forma.

Al ver como me reía, los niños le tiraron al abuelo trozos de pechuga, cogieron la pata de su madre y se la tiraron a la abuela con la mala fortuna de estamparla contra su ojo de cristal que salió disparado y el gato se lo tragó, lo amarramos para que no saliera a hacer sus necesidades hasta que se lo devolviera a la abuela.

Pronto había una verdadera batalla campal con los trozos de pollo volando de un sito a otro, mi abuela empezó a reírse y a mirar al abuelo de forma misteriosa...lo mira y le dice...

Mira viejo, yo que siempre hubiera querido morir a pollazos y ni siquiera me hiciste un cardenal, ahora a la vejez, puedes matarme si quieres a pollazos y dormiré feliz...


Ángel Reyes Burgos