Coplas de un anarquista jubilado...Tortura electoral...


Señoras y señores
dispuesto vengo a contar
las penas y sinsabores
de esta tierra sin par.

Gobiernan y desgobiernan
gentes sin pena ni gloria
que ya nunca se acuerdan
de lo que fue nuestra historia.

Políticos y corruptos
hasta en mi pueblo los hay,
con sus coitos interruptos
van montando el guirigay.

Ya no aguanto la sonrisa
de cornudos con corbata,
a la mierda con sus prisas
y sus urnas de hojalata.

La ministra de sociales
suspende al de justicia;
votamos como animales
y recogemos estulticia.

Que no me pregunten nada,
que tengo de anarco las venas,
entre Mariano y Rubalcaba
mejor me corto las penas.

Que son tal para cual,
tanta labia y son dos lerdos,
de boquita mucho tal,
y si te he visto, no me acuerdo.

Ni oposición ni gobierno
conseguirán que les vote,
¡os espero en el infierno,
par de versos de estrambote!

Uno de la misa no se entera,
el otro tararí que te vi.
¿El color de mi bandera?
Negro y rojo carmesí.

Y esa legión de tunos
que les adulan como estetas,
se reparten oportunos
sillones, cargos y dietas.

Pepiños y Sorayas
todo el tiempo a la gresca,
se juegan al tres en raya
la educación y la pesca.

Pajines y Cospedales
abundan como las setas,
con sus labias bacanales
me tienen hasta las tetas.

Todo el puñetero día
rejodiendo al personal
con su puta algarabía
¡qué país, qué mundo, qué mal!
Unos dicen sí a todo,
otros que no a lo mismo,
cualquier día se juntan todos
y nos fundan el pepelismo.

El planeta es un dolor,
el país se enfrenta al mundo,
¡coño, si luchábamos mejor
contra las pipas del Facundo!

Aquello sí que era lucha,
siempre en alto ese puño,
ahora me cago en la pucha
y en la política del truño.

Del gobierno... yo qué sé,
la oposición ni se sabe,
¡que resucite el pecé,
ni cerraduras, ni llaves!

Si anarquía es el caos,
que me digan lo de ahora,
que los bancos se han fumao
hasta el rosario de la aurora.

encima quieren más pasta
los muy grandes hideputas,
con nuestros sueldos a rastras
no nos fían ni las putas.

Ellos llenando sus sacas,
nosotros al arrozal,
de esta crisis no nos saca
ni la aurora boreal.

Ustedes y yo lo veremos,
que está la cosa muy mal,
a este paso comeremos
ostias con pan integral.

Y no hablo de obispos,
que eso da para otra historia,
con sus sotanas y ciscos
nos quieren hundir en la gloria.

Que Rubalcaba eche un guante
y lo recoja Mariano,
que no hay cristiano que aguante
cien años apuntao al paro.

Para llegar a fin de mes
se precisa carné de okupa,
la pensión es un parné
que no se ve ni con lupa.

De trabajar me jubilé,
estoy en perpetuo ere,
que ya no sé si pispiaré
la paga del mes que viene.

Las pensiones son muy serias,
los dos lo dijeron así;
trescientos gramos de miserias:
ésas me pagan a mí.

Será que no fui ministro,
ni subdirector general,
que tampoco soy muy listo
ni estudié pa cardenal.

¡Jubilatas, unidos hoy,
vamos a darles candela,
ni Rubalcaba ni Rajoy,
ni el borbón de la Zarzuela!

Que ya lo decía su padre:
“me salió despistao el monarca”.
Los tres viven de puta madre,
mientras nos hunden la barca.

En Mallorca o en Plutón
a vivir de vacaciones;
Orwell tenía razón
con aquello de los chones.

Si todos somos iguales,
aunque algunos lo son más,
que nos dejen el Fortuna ¡ale!
un ratito a los demás.

Y si no, que se lo curren,
ya está bien de vaguear,
con su sangre azul se aburre
hasta el obispo del Palmar.

Con una comilona de estos
vive un ‘sin techo’ siglo y medio
¡qué no me toquen los... tiestos,
menos derroche y más remedio!

Por no hablar de la choza
del principito valiente,
¿cómo era aquella cosa
de... ándeme yo caliente?

Para calenturas no estamos,
ni para risas tampoco,
que esta crisis la zampamos
con pan duro y sancocho.

Y aquí lo voy a dejar,
que mi vena se cabrea
y no me quiero enfadar.
¡Salud para todos, ea!

La vena de anarco desaté
y no me aguanto ni a mí mismo,
mucho menos al pepé
ni a eso del socialismo.

Mi himno: cualquier rumba.
¡Alcaldables, concejales,
bicolor hasta en la tumba,
a mí los municipales!

Perdonen ustedes el pollo,
de este sin par desvarío,
aunque bien sé que me enrollo,
la sangre no llega al río.

Me despido hasta mañana,
que yo por mí me quedaría,
pero la parienta me llama.
¡Que sí, que ya voy, María!

Emilio Gómez

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