¿QUÉ PASA CUANDO SE ACABA LA PASIÓN?

Qué lindo es el amor! ¿Verdad? Cuando estás enamorado no tenés frío, ni calor, ni hambre, cantás bajo la lluvia, le sonreís a la gente en el colectivo...
Pues bien, sepan ustedes que toda esa pasión no es más que una reacción química que se produce en el cerebro. Nos enamoramos porque nuestro cerebro segrega una droga que nos deja mareados y nos produce una especie de enajenación mental transitoria. Eso es la pasión: un problema cerebral, una locura que se pasa cuando faltan esas drogas. Por eso un buen día salís de la idiotez y te encontrás con la realidad. Ésta es la realidad:

Cuando hay pasión, si él ronca, ella le da un besito y le dice:
- Date vuelta, cielito, pero no sufras, a mi tus ronquidos no me molestan, parecés un lama tibetano, ommm, ommm..., me das una paz...

Cuando no hay pasión y él ronca, ella le mete el codo en las costillas y le dice:
- QUIERO DORMIIIIIIIIIIIIIIR!!! ANDATE AL LIVING Y DEJAME EN PAZ!!!

Cuando hay pasión, le dejas notitas en la heladera:
-“Mi amor, te quiero, no te desperté porque dormías como un angelito”.

Cuando no hay pasión los mensajes de la heladera cambian:
- “Si cuando te levantes todavía están abiertas los negocios, comprá pasta de dientes... ¡y úsala!”.

Cuando hay pasión ella le mete los pies fríos entre las piernas y él se aguanta:
- Pero cariño, ¿por qué tenés los pies tan helados? ¡Pareces Walt Disney!.

Cuando no hay pasión entre las piernas no se mete nada... y también te la aguantas.

Cuando hay pasión vas corriendo a abrirle la puerta en cuanto ois el tintineo de sus llaves:
- Parecés una gatita con el cascabel.

Cuando no hay pasión, aunque la oigas dos horas forcejeando con la puerta, no abris:
- Qué escándalo, se tiene que enterar todo el vecindario de que llegás? Pareces una vaca con el cencerro.

Cuando hay pasión te encanta que ella te haga una demostración de ropa interior:
- Hacémelo como en Nueve Semanas y media.

¿Nueve semanas y media? Cuando no hay pasión le gritas:
- ¡Hace nueve semanas y media que está tu bombacha en el bidet!!!

Cuando hay pasión le untas el bronceador con parsimonia, te recreas en todos sus rinconcitos:
- A ver por aquí.. Por aquí te falta un poquito. ¡Huy!, pero si este huequito me lo había dejado. ¡Ahora ya podés tomar sol, mi caramelito!

Cuando no hay pasión, le echas un pegote de crema y le frotas la espalda como si limpiaras un cristal:
- ¡Hala! Ya estás.

Cuando hay pasión le encontras parecido a tus actrices favoritas:
- La misma boquita que Penélope Cruz, la nariz exacta a Claudia Schiffer...

Cuando no hay pasión, el parecido es otro:
- Cada día te pareces más a tu madre.

Cuando hay pasión, te encanta que ella se pase un poquito con la bebida, te parece que le da... una desparpajo ideal.
- Qué graciosa te ponés cuando tomás, se te suelta la lengua y sos vos misma.

Cuando no hay pasión:
- ¡Qué pedo tenías! No se te ocurrió nada mejor que contarles lo de mi constipación! Yegua!

Cuando hay pasión, ella te despierta cariñosamente si te quedaste dormido en el sofá:
- Te vas a helar...

Cuando no hay pasión, te deja allí tirado, con la tele puesta... ¡Incluso la apaga! Eso es porque no quiere que te despiertes. ¡Nunca!

Y por último, cuando hay pasión, después de hace el amor te quedas enroscadito, agarradito a ella como a un osito de peluche. Cuando no hay pasión, se produce el efecto pop corn: en cuanto terminaste, saltas como una pochoclo y te quedas durmiendo como caigas.

Y es que la mejor forma de medir la pasión es el sexo: al principio a todas horas, luego uno al día, uno a la semana, uno al mes, uno al año...

En fin, si están todavía en el periodo de la pasión, que les dure.

Un cacahuate en la nariz


Como de costumbre, Pedro comía cacahuates mientras veía la tele. Y como todo el mundo, los lanzaba al aire y los atrapaba con la boca... Pero una noche falló el tiro y un cacahuate terminó atrapado en su nariz... ¡Por más que lo intentaba, no lograba sacarlo!
En eso llegó su hija adolescente acompañada de un amigo. La hija intenta sin éxito sacar el cacahuate y deja su lugar a su amiguito. Éste logra con gran habilidad sacar al intruso de la nariz de Pedro.
Todo el mundo respira aliviado, y la hija presenta a su amigo al padre: "Papá, este es Juan. ¡A que no adivinas qué quiere ser cuando sea mayor!"
Y el padre le responde:

"Por el olor de sus dedos, yo diría que mi yerno..."